El mundo de las mascotas en la literatura.
Dicen los editores de este delicioso libro que tuvieron la "ocurrencia" de solicitar a un puñado de escritores españoles que escribieran un relato corto sobre mascotas propias o ajenas.
Algunos escribieron "relatos íntimos" sobre sus propios perros o gatos (Trapiello, Puértolas, Marta Sanz), otros recurrieron a un filón interesantísimo: la vida real de las animales de compañía de destacados literatos (Julio Cortázar, Truman Capote, el matrimonio Bowles) e incluso de los animales reales que fueron inmortalizados literariamente por sus dueños, como fue el caso del perro Flush, protagonista de la novela homónima de Virginia Woolf. Los 11 textos (la mayoría son cuentos, pero otros podrían ser considerados ensayos) han sido publicados por Errata Naturae, bajo el título de 'Perros, gatos y lémures. Los escritores y sus animales.
LA PERRA DE TRAPIELLO.
En este librito hay quien ha compartido una experiencia tan definitiva, como real y bien contada que pone la piel de gallina al lector. Es el caso de Andrés Trapiello con su emotivo cuento “De la muerte de Mora” y el lector, que, como él, ha vivido la experiencia de enterrar un perro con el que ha convivido muchos años.
Desde el principio del cuento ("cuando llegamos de noche no salió a recibirnos"),Trapiello va proporcionando detalles circunstanciales sobre las últimas horas de vida de una vieja amiga, la perra Mora, en Las Viñas, una finca familiar de Extremadura. Y al mismo tiempo, va transmitiendo las reacciones que su espíritu -y en el de su compañera- va teniendo a lo que sus ojos ven con dolor.
Cuenta este "suceso" con la importancia y el detalle que se merece. Poco a poco ("en cuanto abrí la puerta del coche, quiso subir como cuando era cachorra...Pero esta vez no pudo ser") y con la admiración exagerada que todos los dueños profesan por sus perros: "Ya en Las Viñas, pudo Morita bajar del coche por su propio pie. Lo hizo como una reina, y se fue, a paso lento, renqueante, a beber un poco de agua".
Y lo hace con el mismo mimo hasta el momento de elegir el lugar de sepultura (bajo un pino de verde "oscuro y vigoroso", a resguardo "de los días malos" y el terrible episodio final, e incluso lo que viene después: "La tomamos él y yo por las patas y la dejamos con delicadeza en el hoyo, como si se tratara de un objeto muy frágil (...), pese a que su cuerpo, aún caliente, se dejaba moldear como el de alguien que durmiera profundamente".
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