Quiere que su perro pueda asistir a misa.
Según una noticia publicada en el diario de “La Voz de Galicia”, Jesús M.L está empeñado en acudir a misa, como al resto de los lugares que frecuenta, con Chester, su perro, del que no se despega en todo el día porque, entre otras cosas, no tiene con quién dejarlo. Pero en la iglesia de Fátima le han llamado la atención por las molestias que puede causar a los feligreses. No es que exista prohibición, aunque según explican fuentes del Obispado, es una costumbre que no entren animales en la iglesia. De hecho, en las parroquias del ámbito rural existen unas rejas en las puertas para impedir su acceso. El párroco de Fátima sospecha que si se permitiese la entrada de animales, cada cual llevaría a su mascota, lo que, sin duda, rompería el silencio y la tranquilidad, necesarios para las celebraciones religiosas. El vecino en cuestión alega que su perrito no ladra, ni molesta a nadie y que si la iglesia es la casa de Dios, no tiene por qué ponerle trabas a Chester. Asegura que en otras parroquias, como San Pablo, en las inmediaciones del Calvario, no solo no le han puesto inconvenientes, sino que el animal es objeto de carantoñas «y lo tratan como a uno más».
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