La crisis económica y las mascotas.
Ningún sector productivo ni ninguna actividad económica se libra de la crisis. Con mayor o menor gravedad, todos la acusan. Eso no es obstáculo para que cada día aparezcan en los periódicos noticias de negocios boyantes, nichos de próspera actividad precisamente debido a la propia crisis.
En estas mismas páginas hemos hablado en varias ocasiones de que la crisis económica está afectando a las cifras de abandonos de mascotas. En el millón y medio de hogares españoles en los que todos sus componentes están en paro, el lamentable abandono de sus “mejores amigos” aparece como una débil pero admisible excusa para ahorrar. Un alto porcentaje de familias adquieren una mascota en un acto compulsivo sin analizar con serenidad y objetividad los sacrificios, económicos y de dedicación, que requiere el nuevo miembro de la familia. Por eso, cuando llegan los momentos del recorte en los gastos, la mascota es la que lo paga.
Sin embargo, se ha detectado que los negocios relacionados con las mascotas, tiendas de venta de animales, fábricas de alimentos para perros, peluquerías y salones de belleza caninos, alojamientos de vacaciones, incluso cementerios con suntuosas tumbas funerarias para su descanso eterno son, entre los negocios legales, los que menos lo han acusado el declive.
Un destacado sociólogo y profesor universitario español lo justifica por el hecho de que la mascota es quizás lo único que queda para suavizar los rigores de una sociedad que tiende a la soledad más pavorosa. Crece el número de hogares unifamiliares, desciende vertiginosamente el número de niños que los pueblan, pero se resiste al naufragio el número de mascotas que viven en los hogares, principalmente perros, aunque no faltan hogares que lo componen una persona y una serpiente.
Tener un perro cuesta quizás tanto como tener un hijo, pero genera menos responsabilidades de cara al futuro. Las familias viven hoy asustadas por el porvenir. Nuestras mascotas proporcionan cariño y compañía sin las negras perspectivas de unas inciertas expectativas. El temor por lo que nos deparará el tiempo diferido es quien guarda la soledad de hoy. Las mascotas son las que hacen el tiempo más llevadero y confiado.
Ángel de Uña y Villamediana
Periodista
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