El perro, un termómetro sentimental de España.
Acabo de leer un breve articulito escrito Lourdes Peralta, una fina pluma siempre animada de grueso amor por los animales, referidas a los “Perros de la calle”. Dice esta delicada comentarista de la realidad de nuestras mascotas, que los perros callejeros “son una especie de termómetro sentimental de un país” y destaca que, en el nuestro, imperan día a día las imágenes de canes abandonados, principalmente en las ciudades donde es fácil encontrar perros sucios y enfermos “que delatan principalmente la inexistencia de políticas públicas efectivas”.
Hay dos clases de perros callejeros. Uno de ellos es el perro que tiene dueño, pero que considera a su amigo canino como un objeto sin valor sentimental alguno. Otro es el perro que nace en la vía pública ya sin dueño y que en ella permanecerá hasta un fallecimiento casi siempre prematuro.
La creciente cantidad de perros callejeros es un indicador fiel del nivel de calidad humana de los pobladores de este país y un argumento que nos empuja a la defensa de dos actuaciones que pueden atenuar este triste espectáculo: la adopción y la esterilización.
Además, las conductas y las cualidades del perro callejero son un ejemplo gratuito que nos presta el mejor amigo del hombre sobre su capacidad de adaptación a la dureza de las coyunturas adversas. Un ejemplo que, en las condiciones sociales de hoy, adquiere el valor de un tesoro.
Ángel de Uña
Periodista
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