Una contradicción más.
Reconozco que tengo obsesión crítica contra las altas cifras de abandonos de mascotas.
En España, singularmente, el concepto y el trato a los animales domésticos ha sufrido una honda transformación.
No hace más de tres décadas, al perro únicamente se le encomendada la guarda del hogar y, en algunos casos, ayuda en las partidas de caza. De forma continua, nuestras mascotas han ido escalando grados de consideración en el hogar, hasta convertirse en un miembro más de la familia.
Para atender a estos nuevos componentes de la familia han ido naciendo y creciendo actividades económicas, comerciales, incluso tecnológicas destinadas a las mascotas. Más de 2.000 millones de euros destinan los españoles en el cuidado médico de sus mascotas, a su alimentación y a sus vacaciones.
Junto a este camino ascendente, tenemos que denunciar que crece el número de abandonos y que son frecuentes las noticias de comportamientos salvajes hacia estos amigos del hombre.
Cada años se abandonan en los campos desérticos a muchos de estos animales que llegaron a casa con la ilusión compartida de ocupar un lugar en la familia.
Es difícil de explicar este extraño y singular comportamiento de los españoles que puede deberse a falta de concienciación total, a la cría incontrolada, la tenencia irresponsable y a un marco legal insuficiente.
Queda mucho por hacer en esta versión de nuestra relación con las mascotas, especialmente conseguir el respaldo de la policía y organismos gubernamentales.
Salvo contadas excepciones, las acciones públicas relacionadas con la protección y cuidado de los animales no se encuentran entre las prioridades de los gobiernos municipales, autonómicos y estatal.
Angel de Uña
Periodista
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