... las mascotas con figuras animales han sido el elemento distintivo de los Juegos Olímpicos?
Desde su aparición oficial en los Juegos Olímpicos de Munich, en 1992, las mascotas se han convertido en uno de los símbolos olímpicos más solicitados y rentables. Entrañables, extrañas, con formas que asemejan a animales, que toman formas humanas o también futuristas, siempre tienen el mismo objetivo: darle una identidad a los Juegos Olímpicos. Hoy, la importancia que tienen estos singulares personajes ha traspasado los límites que se preveían. Su trascendencia es tal que desde que es develada, tres años antes del inicio de Juegos Olímpicos, se convierte en la principal figura de identificación de la justa con la gente y la ciudad organizadora y en el principal protagonista de las ceremonias de apertura y clausura. De acuerdo con el libro “Las mascotas en los Juegos de la Olimpiada, indispensables desde su aparición”, de la profesora Sonia Domenech: “La mascota cumple toda una serie de funciones diversas y complejas, como son la de representar un proyecto cultural y conseguir la máxima rentabilidad comercial. Según datos del Comité Olímpico Internacional, dos mascotas han sido las más populares y rentables: Misha, el simpático osito de Moscú 1980 y Cobi, el perro ovejero de Barcelona 1992.
Cobi es, según el COI, la mascota más rentable de unos Juegos hasta hoy. Aunque al principio el emblema no tuvo una gran aceptación, al final, el diseño creado por Javier Mariscal fue reproducido en 600 objetos por 61 empresas autorizadas, generó un volumen comercial de unos 240,4 millones de euros y unos ingresos para el Comité Organizador de Barcelona 92 de unos 90,1 millones de euros.
Tanto el logotipo como la mascota de Barcelona 92 fueron registrados para 42 categorías de artículos, que fueron desde productos industriales hasta servicios bancarios, pasando por tarjetas de crédito o agencias de viajes.
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