Contagio de enfermedades entre perros y personas.
Un perro sano, vacunado y en condiciones higiénico-sanitarias adecuadas no supone ningún riesgo para la salud de sus dueños.
Tras el caso de Excalibur, sacrificado a causa del ébola, a muchos de nuestros lectores asalta la curiosidad de hasta qué punto un perro puede transmitir enfermedades a las personas.
Alrededor de la transmisión y el tratamiento del virus del ébola existe un gran número de incógnitas por resolver e investigar, incluido el del presunto desarrollo de esta enfermedad en los perros.
Pero de forma independiente a este caso con tan triste y polémico final, hay que tener en cuenta que un perro sano, vacunado y en condiciones higiénico-sanitarias adecuadas no supone ningún riesgo para la salud de sus dueños.
La transmisión de enfermedades entre perros y personas es una circunstancia que, de producirse, se puede considerar como anecdótica. Los enfermos que tienen el sistema inmunológico deteriorado son las que tienen más riesgo de contraer alguna enfermedad a través de su perro. Pero con ciertas precauciones, incluso las personas con las defensas bajas, pueden convivir sin problemas con un perro.
La tenencia responsable de un perro pasa porque el animal tenga una atención sanitaria adecuada y una higiene correcta. Estos factores influyen en el hecho de que la salud de quienes viven con el perro esté asegurada.
El perro que está sano, vacunado y desparasitado, tanto de manera interna como externa, no supone un foco de enfermedades para sus dueños. Ni siquiera en el caso de personas trasplantadas o que reciben tratamiento de quimioterapia, es decir que tienen las defensas bajas, el perro sano supone un riesgo para su salud, si se mantienen ciertas pautas higiénicas.
Hábitos higiénicos preventivos
Ciertos hábitos higiénico-sanitarios previenen la entrada de bacterias en el organismo y se pueden aplicar siempre, no solo cuando se convive con perros, entre ellas:
-Lavarse las manos después de tocar al perro, sobre todo si después se van a manipular alimentos.
-Retirar las heces del perro con protección: guantes o bolsa.
-Evitar que los niños se responsabilicen de las tareas de limpieza del animal. Es más recomendable esperar a que el pequeño tenga una edad en la que comprenda, sin alarmismo, que hay que tomar ciertas precauciones.
-No permitir que el perro ingiera desechos de la calle, así como carne cruda o vísceras. De esta manera evitaremos el riesgo de ingerir los huevos de parásitos intestinales internos, como los de la tenia.
-Llevar a cabo chequeos veterinarios en los que se realicen de manera periódica análisis de heces.
-Lavar a menudo los comederos, cama, manta y juguetes del perro.
-Tener en cuenta las desparasitaciones, tanto internas como externas.
-El uso de antiparasitarios ambientales ayuda a mantener a raya a las pulgas, que ponen sus huevos en lugares de la casa, como tapizados o alfombras.
-La vacunación del perro es importante para mantener a raya enfermedades caninas, como el moquillo.
-Acudir al veterinario si se detecta algún síntoma que indique que el perro puede estar enfermo, entre otros: problemas dermatológicos, vómitos, diarrea o decaimiento.
-Evitar que el perro vagabundee y esté en contacto con animales cuyas condiciones higiénico-sanitarias no son adecuadas.
El 62% de los españoles con mascotas reconocen no desparasitarlas, según la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC). Este hecho sí puede suponer un riesgo para la salud de las personas, que desaparece cuando el animal tiene una correcta atención sanitaria (desparasitación interna y externa, cartilla de vacunaciones al día).
Por otro lado, según diversos estudios al respecto, los perros suponen una fuente de salud y no de enfermedades. Muchas personas enfermas y solas encuentran en sus perros una compañía que les ayuda a tener una mejor calidad de vida. Por ello es un error pensar en un perro como un foco de enfermedades.
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